viernes, 16 de mayo de 2008

Milo Manara: El último héroe Surreal, hasta Breton daría su bendición.

Aquí Manara bien ilustra la historia de la humanidad, básicamente una sucesión de sexo y violencia.

Surreal, surreal...

Tanto que a veces pienso en concebir mi profesión como una gran orgía freudeana. Ahora no tengo de surreal más que los gritos desesperados de Dalí en su Gala. Yace ya Magritte más allá del cerebelo y sus arquetipos, todas las vías nerviosas q abordan el cerebelo y su paleo-aprendizaje no llevan más q todo cuanto antes camine la corteza, salvo, claro, a Georges Bataille y su ya clásica grafía en forma de duelo: Historia del Ojo, el gran libro de la primera década del siglo XX.
Por cierto, Las lágrimas de Eros es un excelente libro de Bataille:
" La violencia nos abruma extrañamente en ambos casos, ya que lo que ocurre es extraño al orden establecido, al cual se opone esta violencia. Hay en la muerte una indecencia, distinta, sin duda alguna, de aquello que la actividad sexual tiene de incongruente. La muerte se asocia a las lágrimas, del mismo modo que en ocasiones el deseo sexual se asocia a la risa; pero la risa no es, en la medida en que parece serlo, lo opuesto a las lágrimas: tanto el objeto de la risa como el de las lágrimas se relacionan siempre con un tipo de violencia que interrumpe el curso regular, el curso habitual de las cosas. Evidentemente el torbellino sexual no nos hace llorar, pero siempre nos turba, en ocasiones nos trastorna y, una de dos: o nos hace reír o nos envuelve en la violencia del abrazo... es debido a que somos humanos y a que vivimos en la sombría perspectiva de la muerte el que conozcamos la violencia exasperada, la violencia desesperada del erotismo. "

jueves, 15 de mayo de 2008

Volver a Neruda

"¿Hay algo más triste en el mundo/
que un tren inmóvil en la lluvia?".
Pablo Neruda, poema III del Libro de las preguntas (1974)

Una de F. Kafka

«Ay», dijo el ratón, «el mundo se está haciendo más pequeño cada día. Al principio era tan grande que yo tenía miedo, corría y corría, y me alegraba cuando al fin veía paredes a lo lejos, a diestra y siniestra, pero estas largas paredes se han achicado tanto que ya estoy en la última habitación, y ahí en la esquina está la trampa en la cual debo caer».
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«Sólo tienes que cambiar de dirección», dijo el gato, y se lo comió.

domingo, 11 de mayo de 2008

Rene Magritte

L'art de vivre

Separando la luz, al final recordé...

Hasta aquí llegué en agrario sol con la tierra al hombro, descubrí la mañana y pensé que era un dios separando la luz. Y al final recordé que uno siempre se va. (...) Este agrario asombro, este antiguo barro, es el sol, es azul, es el árbol frutal. Es olorde parral y uno siempre se va.