jueves, 13 de noviembre de 2008

El sol...

Sun is shining, the weather is sweet, yeah
Make you wanna move your dancing feet now
To the rescue, here I am
Want you to know, yall, can you understand?
When the mornin gather the rainbow, yeah, yeah
Want you to know, Im a rainbow too now
To the rescue, here I am
Want you to know, yall, can you, can you, can you understand?

domingo, 9 de noviembre de 2008

m.l.OUh [Utopía, ideología y el problema de la realidad]

Un estado de espíritu es utópico cuando resulta incongruente con el estado real dentro del cual ocurre.
La incongruencia es siempre evidente por el hecho de que semejante estado de espíritu, en la experiencia, en el pensamiento y en la práctica, se orienta hacia objetos que no existen en una situación real. Sin embargo, no deberíamos considerar como utópico cualquier estado de espíritu que es incongruente con la inmediata situación y la trasciende (y, en este sentido, se «aparta de la realidad»). Sólo se designarán con el nombre de utopías aquellas orientaciones que trascienden la realidad cuando al pasar al plano de la práctica, tiendan a destruir, ya sea parcial o completamente, el orden de cosas existente en determinada época.
Al limitar el significado del vocablo «utopía» a ese tipo de orientación que trasciende la realidad y que, al mismo tiempo, rompe los lazos del orden prevalente, se establece una distinción entre los estados de espíritu utópicos y los espirituales. Puede uno orientarse hacia objetos ajenos a la realidad, que trascienden la existencia real -y, sin embargo, seguir siendo capaz de realizar o conservar el orden de cosas existente. En el curso de la historia, el hombre se ha ocupado con más frecuencia de los objetos que trascendían el alcance de su existencia que de los que eran inmanentes a ésta, y, a pesar de esto, las formas reales y concretas de la vida social se han edificado sobre la base de estados de espíritu «ideológicos», incongruentes con la realidad. Semejante orientación incongruente se volvió utópica sólo cuando tendió, por añadidura, a destruir el orden prevalente. Por tanto, los representantes de cierto orden no han asumido en todos los casos una actitud hostil hacia las orientaciones que trascendían el orden existente.
Más bien se han esforzado en controlar las ideas y los intereses trascendentales dentro de una situación dada, intereses e ideas que no era posible realizar dentro del orden prevalente, y en reducirlos a la impotencia, de tal suerte que se concretaran al mundo que se halla más allá de la historia y de la sociedad, donde no podrían afectar el status quo.
Las utopías trascienden también la situación social, pues orientan la conducta hacia elementos que no contiene la situación, tal como se halla realizada en determinada época. Pero no son ideologías, es decir, no son ideologías en cuanto logran por una contraactividad, transformar la realidad histórica existente en algo que esté más de acuerdo con sus propias concepciones. Para un observador que tenga un concepto relativamente objetivo de ellas, esta distinción teórica y meramente formal entre las ideologías y las utopías, parece entrañar escasa dificultad. Sin embargo, es difícil determinar concretamente lo que, en determinado caso, es utópico y lo que es ideológico. Tenemos que enfrentarnos aquí con la aplicación de un concepto que entraña valores y modelos. Para ello, es preciso participar en los sentimientos y en los motivos de los partidos que luchan por dominar la realidad histórica.
Por el hecho de que la determinación concreta de lo que es utópico procede siempre de cierta etapa de la existencia, es posible que las utopías de hoy se conviertan en las realidades de mañana: «las utopías sólo son a menudo verdades prematuras», (Les utopies ne sont sourent que des vérités prématurées, Lamartine). Quien pone a una idea el marbete de utópica, es generalmente el representante de una época pasada. Por otra parte, el presentar las ideologías como ideas ilusorias, adaptadas al orden presente, es generalmente una tarea a la que se dedican los representantes de un orden de existencia que se halla aún en proceso de gestación. El grupo dominante está siempre de acuerdo con el orden existente, que determina lo que se debe considerar como utópico, en tanto que el grupo ascendente que está en pugna con las cosas tales como son, es el que determina lo que debe considerarse como ideológico. Otra dificultad -la de definir exactamente, en determinada época, cuál es la ideología y cuál la utopía- resulta del hecho de que los elementos utópicos e ideológicos no aparecen aislados en el proceso histórico. Las utopías de las clases ascendentes se hallan a menudo, en gran parte, impregnadas de elementos ideológicos.
Sólo cuando la concepción utópica del individuo se adueña de corrientes de pensamiento que ya existían en la sociedad y las expresa, sólo cuando se remonta a la visión original del grupo, y cuando tal concepción se traduce en acción, sólo entonces un nuevo orden de existencia lanza un reto al orden vigente.

Ay.. paciencia.

... La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy