sábado, 22 de noviembre de 2008

ED

Según la visión epicúrea del mundo, los átomos corretean entre nosotros, están en nosotros, nos constituyen y son nuestro entorno. El azar, para ellos, es similar a la libertad para nosotros. Libertad y azar hacen y deshacen nuestro devenir. Los átomos son inalterables en sí mismos aunque cambiantes en sus trayectorias. Unos trescientos años después de la propuesta epicúrea, Lucrecio describe, en impecables versos latinos, el desplazamiento de los átomos en el vacío siguiendo trayectorias paralelas. Existe una especie de armonía. Pero esa armonía no es eterna. En algún momento impredecible se produce  la inclinación de un átomo, o clinamen, que provoca una vorágine indescriptible de choques, explosiones y confusión. El peso de los átomos los desplaza hacia abajo, pero la desviación los impele hacia otras direcciones. Esto desencadena un cataclismo atómico que, paradójicamente, es caos y orden al mismo tiempo. Mejor dicho, la catástrofe inicial es la condición de posibilidad de la generación de un nuevo orden, el de la reorganización de la realidad tal como la conocemos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Mente-Cuerpo... A propósito de divisiones inexistentes. Vamos a entender cómo funciona para funcionar (?).

El profesor de la University of British Columbia de Canadá, Edward Slingerland, plantea en su libro "What Science Offers the Humanities. Integrating body and culture", la necesidad de replantearse el estudio de las religiones, la literatura y el arte desde una nueva perspectiva, que integre los descubrimientos de las ciencias naturales. De esta manera, las humanidades tendrían un nuevo enfoque que las libraría de las tediosas interpretaciones –tan extendidas- de teorías del conocimiento como el postmodernismo o el postestructuralismo, que en último extremo han terminado por obstaculizar el avance del conocimiento. La mente es el cuerpo y el cuerpo es la mente, dice Slingerland. Una vez superada la brecha metafísica entre la realidad del espíritu y la densa realidad física, se impone la reconsideración de las fórmulas de estudio de la cultura humana.

martes, 18 de noviembre de 2008

lunes, 17 de noviembre de 2008

Estoy pensando que..

he nacido en un tiempo en que la mayoría hubo perdido la creencia en esa idea de Dios, por la misma razón que sus mayores la habían tenido: sin saber por qué. Y entonces, porque el espíritu humano tiende a criticar porque siente, la mayoría ha elegido a la Humanidad como sucedáneo de aquella idea. Pertenezco, sin embargo, a esa especie de humano que está siempre al margen de aquello a lo que pertenece, no ver sólo la multitud de la que se es, sino también los grandes espacios que hay al lado. Por eso he abandonado a Dios tan ampliamente.
A quien como yo, así, viviendo no sabe tener vida, ¿qué le queda sino, la renuncia por modo y la contemplación por destino? No sabiendo lo que es la vida religiosa, ni pudiendo saberlo, porque no se tiene fe con la razón; no pudiendo tener fe en la abstracción del hombre, ni sabiendo siquiera qué hacer de ella ante nosotros, nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y, así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos, indiferentes a lo divino y despreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada con un epicureísmo sutilizado. A lo absurdo. Al desasosiego más humano.
[adaptación libre del desasosiego]