sábado, 23 de junio de 2007

Las tradiciones mágicas del invierno

La cristianización nunca fue completa en Alemania y durante siglos pervivieron multitud de creencias y ritos paganos. Las tradiciones de la sabiduría popular fueron conservadas por mujeres que vivían al margen de la sociedad medieval y que actuaban ejercían como sanadoras, adivinas o incluso parteras. Conforme el poder de la Iglesia y el Papado fue aumentando a lo largo de la Baja Edad Media disminuyó la toleracia respecto a aquellas personas situadas fuera del orden establecido, como los herejes (cátaros, husitas) o las brujas, que sufrieron violentas persecuciones. Uno de los grandes hitos en esta ofensiva contra las prácticas de las brujas lo constituyó la publicación en 1487 por los dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger del manual Malleus Maleficarum, que constituía un compendio de los procedimientos a seguir en los juicios de brujas. La Reforma protestante, lejos de acabar con la persecución de las brujas, la hizo aún más cruenta: Se estima que el número de brujas quemadas por las autoridades de la Alemania protestante fue superior al de las víctimas de los Autos de Fe inquisitoriales en toda Europa. Lutero, Calvino y Zuinglio fueron grandes partidarios de la persecución brujeril. Las brujas alemanas celebraban su aquelarre anual la noche de Santa Walpurgis (30 de Abril) en las laderas del monte Harz (que hoy en día separa los Länder de la Baja Sajona y Sajonia-Anhalt. Sus rituales fueron descritos magistralmente por Goethe en su obra cumbre, Fausto, en uno de cuyos capítulos hace viajar a éste con Mefistófeles (uno de los pseudónimos del diablo) al monte Brockensberg, en el Harz. Se trata de una fiesta que hunde sus raíces en el antiguo foklore pagano. Originalmente se trataba de una celebración dedicada a la diosa de la fertilidad Walburga y se celebraba, al igual que el Beltaine céltico, la primera luna nueva posterior al equinocio de la primavera. Con la introducción del calendario gregoriano, la fecha de esta festividad se fijó de una manera definitiva el 30 de Abril. Con la intención de privar a esta fecha de toda reminiscencia pagana, la Iglesia la consagró a Santa Walpurgis, abadesa del monasterio de Heidenheim (Franconia), que fue canonizada según el 1 de Mayo del año 870. Hoy en día se la considera protectora frente al mal de ojo y otras maldiciones de las brujas.